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Anne Rice: JESUCRISTO y la madre de los VAMPIROS

En 1976, una novela cambió para siempre el concepto del vampiro como lo conocíamos. Entrevista con el vampiro expandió los horizontes de estas criaturas de la noche, los complejizó de tal manera que dejaron de ser representaciones elementales del mal, simples monstruos, y exploró con profundidad su humanidad, su atormentada naturaleza y los pensamientos y sentimientos que generaba su condición de no-muertos.

Fue la primera novela que escribió Anne Rice, fue el inicio de una extensa saga que ella denominó «Crónicas vampíricas»  y fue la llave que le permitió entrar al canon de los autores más importantes de la literatura fantástica del siglo XX. 

Anne Rice y sus comienzos

Desde 1976 hasta los primeros años del nuevo milenio, su entrega a las historias de la oscuridad era total y su saga crecía, imparable, hasta que en 2005, publicó una novela sobre la vida de Jesús y con ello abandonó el terror para siempre. ¿Qué acontecimiento pudo haber hecho que Anne Rice, una mujer atea y sumergida por completo en las historias de la oscuridad decidiera entregar su vida y su obra a Jesucristo de un día para otro?

Anne Rice y su familia

Anne Rice nunca estuvo alejada de Dios. Más bien, estuvo demasiado en contacto con la fe. Su familia era católica y las comuniones eran algo de todos los días. Desde pequeña, caminaba entre las tumbas de aquellos que habían muerto a causa de la fiebre amarilla, dejándose atraer por la belleza de la muerte. Y durante toda su etapa escolar, estuvo en una escuela secular donde aprendió todo lo que debía saberse sobre Dios. No obstante, también descubrió la filosofía, y entre las lecturas modernas de los grandes pensadores se vio en una encrucijada intelectual y existencial.

Consideró que no era posible que la gracia solo pudiera ser concebida por una sola iglesia. Y así, decidida a expandir su visión de mundo, entró a la universidad, donde leyó a Sartre y Albert Camus. Gracias a estos autores descubrió que la vida era mucho más compleja, caótica y desesperanzadora que lo que la fe católica profesaba.

Anne Rice estaba en el mundo real, enfrentando los primeros años de su adultez. A sus 18 años se sentía anacrónica, como si hubiera crecido en una burbuja que no la había preparado en ningún sentido para encajar al mundo moderno, y fue allí cuando renunció al cristianismo. 

anne rice
Anne Rice

Anne Rice conoció en la universidad a quien sería su esposo, Stan Rice, un estudioso de las letras, pintor, poeta y ateo. No creía en Dios después de haber tenido una revelación sobre su inexistencia. Se casó con él y al poco tiempo de estar juntos tuvieron a su primera hija, Michelle. Era una relación de camaradería intelectual y de un agnosticismo que parecía ser la respuesta a los misterios de la vida. Pero no demoró mucho para que la tragedia perturbara esta armonía. 

El fallecimiento de su hija Michelle

En 1972, con tan solo cinco años, la pequeña Michelle falleció por leucemia. La prematura muerte de la niña tuvo un impacto tan brutal en Anne Rice que se fue hundiendo en el alcoholismo. Pero también se volcó a escribir lo que, en poco tiempo, se convertiría en su primera novela y éxito mundial. Hundida en la depresión, escribió la primera versión de «Entrevista con el vampiro» en tan solo cinco semanas, evocando a su hija fallecida en el personaje de Claudia, aquella niña vampira que aparece en las páginas del libro. Pocos años después, su ópera prima se convirtió en un superventas que inauguró la extensa saga de historias vampíricas protagonizadas por Lestat. 

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La llegada de Christopher Rice

La pareja supo reponerse de la pérdida y tuvieron un hijo, Christopher Rice, quien ahora también es escritor. Anne Rice, por su lado, comenzó a escribir con dedicación. Lestat el vampiro, La reina de los condenados, El ladrón de cuerpos… sus crónicas vampíricas se apoderaban del mundo literario.  

Anne Rice cronicas vampiricas

La estabilidad del núcleo familiar pareció recobrarse poco a poco, y con ella, llegó una inquietud inesperada en la escritora. Cuando Anne Rice renunció al cristianismo en a sus 18 años, sabía que el hombre que renunciaba a su fe volvía a ella tarde o temprano, y así sucedió. Impulsada subliminalmente por el tema de la inmortalidad y la lucha del bien y el mal en sus novelas, comenzó a indagar en los temas cristianos y termina obsesionándose con él para 1993.

Anne Rice y la muerte

Y desde allí, mientras figuraba cada año en la lista de los más vendidos, comenzó a llegar la desgracia. En 1998 sufre un coma diabético al punto de estar al borde de la muerte. La recuperación la sumió en una depresión y un aumento de peso increíble a causa de los tratamientos con insulina. Llegó a pesar 113 kilos. En 2002 fallece su esposo a causa de un tumor y en 2003, se somete a un bypass gástrico que se complicó por una obstrucción intestinal que la puso de nuevo al borde de la muerte. 

Y fue allí cuando tuvo su revelación. 

¿Es humana tanta desgracia? ¿Merece alguien atravesar por episodios tan fatídicos?

Quizás la vida racional no fue suficiente para soportar los males de la existencia, quizás esa necesidad urgente que tenemos todos para aferrarnos a una creencia, a una esperanza, a una promesa, fue la que produjo un cambio drástico en Anne Rice. 

El vuelvo hacia El Mesías

Quizás necesitaba volver a creer o quizás fue su forma de agradecer continuar con vida pese a tener a la muerte tantas veces respirándole en la nuca. Lo único cierto es que, en el 2005, su nueva novela asombró a todos. Se tituló El mesías: el niño judío, un libro que se atrevía a contar la infancia de Jesús entre sus siete y ocho años, indagando en el despertar intelectual y existencial de un pequeño que se reconoce como hijo de Dios. El plan era construir una trilogía en torno a la figura de Jesucristo y jamás volver a las historias oscuras. Con su novela Cántico de sangre terminaban sus crónicas vampíricas y su saga de Las brujas de Mayfair.

El mesías: el niño judío

Los fans pusieron el grito en el cielo, le pidieron volver al género y le aseguraron que moriría de hambre si se dedicaba solo a escribir historias religiosas, pero Anne Rice había tomado una decisión.

«Sería una tonta si le diera la espalda al Señor», afirmó. 

Y así continuó, empeñada en terminar su trilogía de Jesús. No deja de ser interesante su abordaje. Basándose en la Biblia y en los evangelios apócrifos (como lo hicieron otros artistas clásicos, Miguel Angel, por ejemplo), rastreó cada vestigio de la infancia de Jesús, incluyendo pasajes polémicos como el de su primer milagro, que consistió en darle vida a palomas moldeadas en arcilla. En sus novelas, indaga lo que sentiría Jesús al ser consciente de su condición de Dios y hombre a la vez, su capacidad de hacer milagros a tan temprana edad y los desafíos de una sociedad hostil que le depararía hostigamientos y su crucificción. 

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No obstante, la gente quería a los vampiros de regreso, y aunque afirmó y descartó la idea de volver al lado oscuro muchas veces, incluso retomando a Lestat desde el lado cristiano, solo fue hasta el término de su trilogía que Anne Rice anunciaba abandonar otra vez el cristianismo, haciéndolo oficial para el año 2010.

No a la iglesia

Anne Rice descubrió que creer en Cristo no significaba que debía creer en la iglesia. Siendo proaborto y estando a favor del matrimonio homosexual (sin dejar de mencionar la homosexualidad de su hijo), la escritora decidió que su fe no tenía que estar comprometida con las nefastas prácticas de la Iglesia y el fundamentalismo de sus partidarios. 

Así lo declaró para la revista The Advocate en el 2010:

«Para aquellos a quienes les importe y entiendo si a usted no le importa, hoy dejo de ser cristiana, estoy fuera. Sigo comprometida con Cristo, como siempre, pero no sigo siendo «cristiana» o siendo parte de la cristiandad. Es simplemente imposible para mí pertenecer a este grupo pendenciero, hostil, discutidor y merecidamente infame. Por diez años lo intenté… fallé, estoy fuera. Mi conciencia no me permite seguir[…]. En el nombre de Cristo, me niego a ser anti-gay, me niego a ser anti-feminista, me niego a ser anti-control de la natalidad, me niego a ser anti-demócrata, me niego a ser anti-humanismo secular, me niego a ser anti-ciencia, me niego a ser anti-vida. En el nombre de Cristo, dejo el cristianismo y el ser cristiana. Amén.»

Cumplida su misión literaria con Jesús, decidió retomar el camino donde lo había dejado. Escribió dos obras sobre ángeles y volvió a la oscuridad: escribió una corta saga de hombres lobo, escribió más novelas eróticas como las que había publicado en sus inicios bajo seudónimo, publicó una continuación de su desconocida pero muy interesante novela sobre Ramsés y, por supuesto, escribió nuevas novelas sobre su más grande creación: Lestat, el vampiro. 

De vuelta a los chupasangre

El enorme paréntesis que hizo en el campo de la literatura fantástica afectó de alguna manera su presencia dentro del imaginario colectivo. Mientras estuvo ausente, novelas como Crepúsculo reactivaron el interés en los chupasangre (aunque de maneras no tan afortunadas), y sus novelas no parecen tener ya el mismo ímpetu de sus libros iniciales, pero su figura y mitología vampírica siguen ejerciendo fascinación en los amantes del género, tanto así que ahora se planea una serie que pretende adaptar las crónicas vampíricas en su totalidad. 

Anne Rice demuestra, una vez más, que lo oscuro y lo demoníaco está ligado a Dios de una u otra manera, y que su coexistencia, más que obstaculizar una visión oscura de la vida, permite llenarla de matices. Al fin de cuentas, el ser humano siempre vive siendo presa de la luz y de las tinieblas. Es una pugna eterna en la que nos vemos inmersos hasta el fin de nuestros días… o más, si tenemos la fortuna o desgracia de convertirnos en vampiros y vivir para siempre. 

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