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La ciencia y los monstruos, de Luis Javier Plata Rosas

Ezequiel Pelliza Goicochea leyó La ciencia y los monstruos, de Luis Javier Plata Rosas y escribió esta reseña. No se pierdan los últimos detalles:

Luis Javier Plata Rosas

¿Qué nos cuenta la contratapa de La ciencia y los monstruos?

¿Qué tiene la ciencia para decir sobre los monstruos que nos han aterrado por generaciones, desde los clásicos Frankenstein y Drácula hasta los vampiros enamorados de la saga Crepúsculo? En la variedad está el susto: bajo el ropaje de malvadas brujas en los cuentos infantiles o como muertos vivos que acechan a la vuelta de la esquina, los monstruos viven con nosotros, nos atraen, nos espantan, nos reafirman como humanos. Es que, justamente, lo monstruoso es lo diferente, lo que no alcanzamos a comprender.
Pero esto no es todo, el autor incursiona también en la psicología evolutiva para dejar en claro que las películas de terror son la versión moderna de aquellos ritos ancestrales que incentivaban a los jóvenes a dominar el miedo.

Opinión sobre La ciencia y los monstruos

“La ciencia y los monstruos. Todo lo que la ciencia tiene para decir sobre zombis, vampiros, brujas y otros seres horripilantes” es un libro de Luis Javier Plata Rosas, editado por Siglo Veintiuno para su colección “Ciencia que ladra”, dirigida por Diego Golombek, que apunta a la divulgación científica.

Nos vamos a encontrar con seis capítulos, que resultarán interesantes para aquellos que busquen saber más sobre el terror, desde una perspectiva no tan habitual.

Antes de comenzar con el primer capítulo el autor hace bien en aclarar algo: esto no es una enciclopedia de monstruos, en la que se hablará de un conjunto de seres imaginarios describiendo sus características. El objetivo del libro es otro. Es encarar y analizar a estos seres imaginarios desde la ciencia. O, mejor, desde las ciencias: vamos a tener psicología, criminalística, estadística, matemática, biología, etc.

1 capítulo: los monstruos

Ya en el primer capítulo, lo que se hace es hablar sobre los zombis, comenzando con su etimología, que puede ser: jumbie (término caribeño que significa fantasma); o nzambi (en El Congo: espíritu de una persona muerta); o zonbi (palabra criolla que designa a una persona que muere y vuelve a la vida, pero sin voluntad, ni habla).

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La historia del zombie

Nos cuenta sobre la zombificación como parte del folklore haitiano (y nos remite a la película White Zombie), la influencia que esta práctica llegó a tener en el Código Penal de ese país, y qué tienen que ver con ella los peces globos japoneses (con su tetrodotoxina). También analiza la evolución (en sentido de selección natural) que los zombis fueron teniendo en la cultura popular: pasando de ser simples seres traídos de vuelta a la vida para ser esclavizados, a ser monstruos putrefactos que asusten, pudiendo estar a la altura de un vampiro o de un hombre lobo. Y es muy interesante cómo el autor relaciona las características que fueron teniendo históricamente los zombis en distintas películas, con el momento histórico en el que dichas películas fueron filmadas. Así, llega a una conclusión: la manera en que se origina un zombi tiene que ver con las preocupaciones de cada generación: en la Haití colonial el miedo era seguir siendo esclavizado aún después de morir, y el zombi representó ese temor. Pero luego fueron cambiando las circunstancias que daban origen a una pandemia zombi: un virus espacial, un origen nuclear, contaminación química, etc.

Brujería

Después, el autor nos habla sobre los juicios por brujería en Noruega. Nos cuenta qué implicancias tuvieron en ellos los claviceps purpurea, hongos que un botánico señaló como culpables de causar ergotismo (enfermedad), aunque en su momento dichos malestares eran atribuidos a algún maleficio.

Capítulo 2: Mary Shelley

El capítulo dos se centra en cómo se le ocurrió a Mary Shelley la idea de Frankenstein. Desde ese punto de partida, se terminan tocando temas tales como microorganismos, generación espontánea, galvanismo, alucinación hipnagógica (para los amigos: “parálisis del sueño”), el “Factor Incubus” y las experiencias corporales inusuales (como cuando estamos acostados y sentimos que flotamos).

Capítulo 3: estudios e investigaciones

El tercer capítulo es el más largo, y en él se analizan distintos estudios e investigaciones que se realizaron a través de encuestas/experimentos. Es un capítulo psicológico. ¿Por qué es bueno ver películas de terror en pareja? ¿Qué nos atrae de los monstruos? ¿Cuáles son los diez monstruos favoritos de la gente, y por qué? ¿Son los mismos para los hombres que para las mujeres? ¿Cambia con cada generación? ¿Cómo reaccionan otras especies animales (primates y no primates) ante máscaras terroríficas? ¿Sienten temor al ver a Freddy Krueger o a un alien? ¿O solo nosotros sentimos miedo, influenciados por el conocimiento que tenemos sobre esos repugnantes seres?

Nos encontraremos con términos como codificación predictiva, estadística bayesiana, Teorema de Bayes, probabilidades subjetivas, información interceptiva, integración multisensorial bayesiana, etc.

El capítulo también tiene una breve historia del cine de terror, desde 1919, que es interesante: tópicos de cada época, monstruos de Universal, surgimiento del slasher.

Capítulo 4: criminología

En el capítulo cuatro nos metemos en el terreno de la psicología forense y la criminología. Se habla de asesinos seriales y la idea de “el monstruo entre nosotros”. Se analiza a Hannibal Lecter. ¿Qué diferencia hay, según el FBI, entre un asesino organizado y uno desorganizado?

Luis Plata Rosas
Luis Plata Rosas

Capítulo 5: cálculos matemáticos

El quinto capítulo me aburrió muchísimo. Matemática, ecuaciones diferenciales, derivadas y todo eso. Más allá de mi relación con las matemáticas, tiene muchas páginas innecesarias, que no aportan nada, como sí lo venían haciendo los capítulos anteriores. Se plantean problemas y se brindan muchos números, ecuaciones y etc. Sí remonta un poco hacia el final: bajo el modelo de cazador-presa, ¿sería posible la coexistencia entre zombis (cazadores) y humanos (presas)? ¿Y entre vampiros y humanos? Esto último dependerá de qué tipo de vampiros hablemos: los de Stoker, los de Stephen King, los de Anne Rice, los de Stephenie Meyer, los del mundo de Blade. En relación a esto, se plantean supuestos y se analizan las distintas variables (número de población humana, número de vampiros, la existencia o no de grupos organizados de cazadores de vampiros, si los vampiros necesitan tomar sangre a diario, etc.).

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Último capítulo: biología y la ecología

El último capítulo aborda la biología y la ecología. Y se centra en los nombres científicos de distintos animales, insectos y plantas, que fueron inspirados por el terror. El capítulo es, de algún modo, un catálogo. Se hace medio pesado en un momento, pero, a diferencia del capítulo 5, tiene más que ver con la idea general del libro. Solo voy dejar algunos nombres que me resultaron simpáticos: draculoides bramstokeri (araña), nanocthulhu lovecrafti (avispa), aname aragog (araña), vampyroteuthis infernalis (calamar), etmopterus lucifer (pez), liparis draculoides (planta). Así, muchos. Abruma la cantidad de nombres, y más aún si uno pretende ir buscando cada especie, para ver qué onda, si tienen o no algún parecido que justifique semejante bautismo. Pero esto no quita que, al menos como algo anecdótico, esté bueno.

Sacando gran parte del capítulo cinco, que lo odié, los otros capítulos hacen aportes relevantes. Para alguien a quien le gusta el género, recomiendo la lectura de este libro. Es una manera distinta de encararlo y de profundizar en aspectos que rara vez se tocan. Se aborda el terror desde varias disciplinas, y se lo hace de un modo muy ameno y con toques humorísticos (no solo se recurre a citas de científicos de distintas áreas, sino también de escritores, directores, actores y de la cultura popular, en donde no faltan escenas de Los Simpson o de Padre de Familia).

165 páginas que suman para disfrutar de la experiencia del horror de forma más completa.

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