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Videoclub: zombies chilenos

Videoclub (2014, Pablo Illanes, Chile)

Videoclub comienza con otra película: una producción amateur dirigida por Miguel, empleado de la casa de alquiler de películas que incluye un desnudo de Tati, su hermana. Sus padres, acérrimos católicos conservadores, se indignan al verla, cuestionan la concepción de “arte” de sus hijos y recurren a la asesoría del cura amigo, un joven apuesto y un poco baboso. La trifulca familiar no tiene mayores consecuencias porque de pronto surge un problema mayor: ciertos alimentos en mal estado vuelven zombies a la gente. Dentro de la plaga quedan el padre de los chicos y el violento novio de Daniela, una chica que se refugia junto a los hermanos en el videoclub. Completan esta resistencia protagónica Wanda, la dueña del local y Mauro, amigo de Miguel, chongo de Tati.

terror argentinoUnificado este grupo que resiste, tienen como primer objetivo aguantar todo lo que pueden, hasta que, tras un par de bajas, deciden que lo mejor es alejarse de la ciudad. Cabe destacar que transcurre en el año 1992, lo cual implica dos cosas: una red de comunicaciones mucho más precaria que la actual (internet y los celulares no existieron siempre) y una reconstrucción de época desde la dirección de arte absolutamente acertada, si hacemos la vista gorda respecto a algunos títulos que aparecen en el videoclub, lanzados con posterioridad al año en que la cinta se sitúa.

La película se divide con placas que marcan el paso de los días, temporalidad que se refuerza con los maquillajes de los zombies, que evolucionan de unas simples ojeras al principio a descamaciones mucho más elaboradas al final.

Además de contar una historia atrapante, Videoclub hace referencia a otros dos grandes tópicos. El primero es la cinefilia. Películas, actores y directores están presentes de modo directo (y lógico) en la ambientación pero también en el proceder de los personajes principales. Haber visto cine (de género) es lo que le da a Miguel cierta ventaja sobre el resto de la gente a la hora de decidir qué hacer. El segundo es una crítica a los valores más conservadores de la sociedad. Los padres son la figura de autoridad irracional y arbitraria que intenta imponer principios funcionales al estado y a la religión. Y el cura de alguna manera marca la doble moral de la iglesia: predicar, pero jamás con el ejemplo.

Como dato curioso, resulta interesante remarcar que la fue producida y estrenada cuando los videoclubs daban sus últimos coletazos en el país vecino. Videoclub se convierte así en una especie de homenaje a estos espacios tan frecuentados por los cinéfilos y también, por qué no, en un escenario muerto sobre el que se desplazan muertos vivos.

Aunque se desinfla un poco a nivel narrativo promediando la mitad y con una dirección de arte que apuntala la construcción de sentido, sabe tener muy buenos momentos, aunque a nivel general da medio una sensación de injerto. Y el de los injertos era el monstruo de Frankenstein. Que si hilamos fino podría ser considerado como zombie. En fin, está actualmente liberada en Youtube. Véala y saque sus propias conclusiones.





 

 

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