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Mirar al cielo: ciencia ficción oscura

CONTRATAPA

MIRAR AL CIELO reúne cuatro relatos sobre encuentros cercanos y el misterio que los rodea. Ágiles. Verosímiles. Inquietantes.

Una mujer joven obsesionada por la desaparición de su hermano. Un adolescente tardío perdido en un paraíso congelado. Un hombre anodino enamorado de algo que no es de este mundo. Un descargo e invitación a la intimidad del autor.

En estos relatos, las historias son personales y transcurren en el terreno que se extiende entre los personajes y su paranoia. Quizás jamás tengamos la verdad, por lo que solo nos queda mirar al cielo.


RESEÑA

Dos cosas, antes que nada. La primera es que, con este libro, traicioné la regla de oro del lector con kilometraje: no juzgar un libro por la portada (o, peor, por la película). La segunda: después de leerlo supe por qué no tengo suerte en el casino. Se ve que me la gasto toda en libros. Comprar “Mirar al Cielo” fue un acierto. Y uno grande. Batacazo. Jackpot. Los cuatro textos que lo componen dan para mucho. Y, me veo obligado a insistir, cuando uno es un lector con muchos miles de horas de vuelo, se permite jugar jueguitos con el autor a través del texto. ¿Alienígenas, otros mundos, ovnis, todo por un autor joven del país? Uno no sabía qué esperar. O más o menos. Pero la cruda verdad es que dentro de este libro no había nada que yo hubiera previsto. La salida fácil de un escritor con menos muñeca hubiera sido la experimentación trasnochada a lo Harlan Ellison. O, dios nos libre, a lo Grant Morrison. Pero no. No hay experimentos formales, hay experimentos narrativos, literarios. Eso ya es arrancar lo que se dice bien.
La prosa es llana y directa. Esto se confunde a menudo con seca e informativa, pero no es el caso. Estructuras bellas y/o que impregnan de sentido y clima cada momento del relato por el que padecen (porque eso es así, no paran de padecer) los personajes, hay todas las que se quiera. Risso es delicado y maduro: no teme no ser entendido y se nota que piensa en el lector pero no condesciende. Se necesitan muchas horas de literatura para aprender eso.

terror argentino
Cuando hablábamos de jueguitos con el autor, me refería a lo siguiente: uno no puede evitar imaginar de dónde salieron esas ideas. Mirar al Cielo me recordó tres cosas. Me resisto a creer que el autor no las tuvo presentes, pero la sutileza de su manejo hacen imposible poder asegurarlo: The “X” Files. Los creepypastas que sustentan a gente como Dross Rotzank. Nietszche.
Lo de “The X Files” es porque intuyo una extrapolación. Las historias de Risso son ambiguas, sugerentes, desesperadamente asimétricas. Como los primeros episodios de la serie de tv, donde las cosas ocurrían porque sí, antes de responder a la demanda idiosincrática de USA por darle a todo un cierre redondo y una explicación.
En cuanto a los creepypastas, me imagino a Rubén pensando: ¿y si entre toda esta cacofonía de rebusques y pseudo narrativa apurada y sin oficio hubiera un caso cierto? ¿Cómo lo hubiera vivido el protagonista? Pero en serio, ¿cómo?
Lo de Nietszche es obvio: “si miras fijamente el abismo, etc”. Pareciera que Rubén (quien, además, es licenciado en psicología), ha intentado impregnar sus relatos con esta idea. Y, sin caer en obviedades pecaminosas ni cartas marcadas, ha tenido un éxito innegable.
Acá no hay monstruos protoplásmicos, hermanos cósmicos ni enanitos cirujanos que no conocen la anestesia. Hay personajes verosímiles, escenarios cotidianos o casi, un uso dramático de la casuística que logra evocar una angustia verdadera y humana, contrapuesta o enfrentada a lo otro con todo el patetismo o la nobleza que requiere cada caso.
No tiene caso extenderse aunque, entrando en detalles puntuales, podríamos seguir tranquilamente. Pero no.

Hay un rincón en el infierno para los que spoilean libros, y sé de buena fuente que es horrible.

Sólo un comentario haré sobre el último texto, y es que, como asiduo visitante de ese lugar tan íntimamente remoto que es la parálisis del sueño, me sentí agradecido y acompañado en el horror y la pequeñez de ser uno mismo.
El libro tiene un precio.
Lo otro, no.
Y, si no me creen, esperen a que sea de noche. Salgan. Y miren al cielo.





BIOGRAFÍA DEL AUTOR

Rubén Risso (1990) nació en la localidad de Pergamino, Buenos Aires, Argentina. Es licenciado en psicología con especialización en adicciones.

Publicó la novela “El Jardín de los Lobos” (Autores de Argentina, 2015), editada por tercera vez, y las antologías de relatos “Once Cáscaras” (Textos Intrusos, 2016), “La ruta cero nace en La Chaira” (Sello Fantasma, 2018) y “Mirar al cielo” (Sello Fantasma, 2019). Publicó también, a modo de colaboración, “Caramelo de púas” junto a la ilustradora Maru Ceballos (Buen gusto ediciones, 2018) y “Clínica de terror: Taller de escritura” junto a Gonzalo Ventura (De la fosa, 2018).

Fue coordinador de la Colección Pelos de Punta, destinada a la difusión de autores argentinos del género terror, y editor de La Otra Gemela. Actualmente dirige la editorial Sello Fantasma y forma parte del colectivo editorial De la fosa.

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