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Memento mori: la muerte en la tierra

La frase proviene del latín y significa “acuérdate de la muerte” o «recuerda que debes morir», y los cementerios y camposantos nos recuerdan este destino, como monumentos para mantenernos un poco más eternos entre los vivos.

La vida está plagada de experiencias y el poder hacerla significativa en el camino hacia la obligada muerte, marcará la diferencia entre ser olvidado o vivir eternamente en la memoria de otros. La valoración será dada por los que quedan y se expresan en lugares como los cementerios, los otros dan significación a nuestro paso cuando ya no estemos.

El vínculo entre la muerte y la fotografía

 “La imagen tiene significación porque hay personas que se preguntan acerca de su significado” (Roland Barthes). Pensando en este sentido sobre la muerte, creo que esta cobra valor por el significado que le damos los vivos.

Fotografiar un cementerio tiene mucho de esta significación. Algunos lo hacen por el arte en sí mismo, otros como un atractivo turístico, pero estamos los que experimentamos cosas más profundas durante el proceso de recorrer y captar con nuestras cámaras: conocer qué perpetuidad tiene el ser humano a través de los que quedan vivo o cómo la muerte pasa a ser un valor de simbolización de la vida misma.

Recorrrer las calles de un cementerio, detenerse a leer las placas, observar las esculturas y monumentos, los retratos casi velados, apreciar la ostentosidad de los vivos para los muertos, el cuidado o abandono, y lograr en ese viaje plasmar todo en fotografías, es una manera de rendirle tributo a la muerte más que al muerto.

El nombre en la lápida carece de personalidad, anónimo ante la mirada detrás de la cámara, revive por unos segundos ante el disparo, aunque lo sabemos muerto.

Si los cementerios y camposantos intentan perpetuar el recuerdo de los muertos, las fotografías tomadas en ellos logran una conjunción entre tiempo y espacio: la imagen muestra un “ayer y ahora” y una ausencia-presente, sintetizando una eterna paradoja.

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