Virginia (La Vampira) Ventura nació en 1983 y reside desde entonces en su ciudad natal, Villa Nueva (Córdoba). Es Profesora de Lengua y Literatura, Licenciada en Letras, Diplomada en Lectura Escritura y Educación y Magister en Filosofía, Religión y Culturas Contemporáneas. Se desempeña como docente en la UNVM, donde creó el Seminario de Ficción Gótica. Allí también dirige un equipo de investigación: El modo gótico en la literatura argentina. Es profesora en el Instituto Superior Jerónimo Luis de Cabrera y en el INESCER. Su tesis de licenciatura está dedicada al gótico y los vampiros, investigación que le otorgó el nombre de La Vampira. Su tesis de maestría está dedicada a las brujas en la literatura gótica. Lleva escritos diversos artículos sobre este género que la obsesiona. Ha publicado narraciones en diversas antologías. Sangre es su libro de cuentos, editado por Llanto de Mudo en 2014 y reeditado por Apócrifa en 2018. Toda su obra es fiel a su oscura obsesión.
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¿Cuáles son los temas de investigación que elegiste anteriormente y que te hicieron ganar el apodo de «La Vampira»? ¿Por qué te interesó esa temática? ¿Cómo describirías tu experiencia al respecto?
Cuando estaba cursando mi Licenciatura en Letras estaba muy interesada en investigar vampiros, me estaba dedicando mucho a lo gótico, es lo que más me interesó en la vida. Estaba enamorada, y sigo enamorada, de Entrevista con el vampiro de Anne Rice, la mejor novela de vampiros después de Drácula (siendo generosa con Drácula). De a poco, por mis vestiduras y maquillaje, por mi blancura, los profes y compañeros me empezaron a decir Vampira, y de cariño Vampi. De a poco eso llegó a mis alumnos y amo ser Vampi, lo siento más mi nombre que a Virginia.La tesis se llamó «Un héroe gótico para el siglo XXI».
La temática me atravesaba desde la seducción que estas creaturas ejercen. Muertos, pero vivos; llenos de seducción y libido pero incapaces de amar. Creo que cada día nos parecemos más a ellos. Desde ahí debe haber surgido mi pasión. Pero adoro los vampiros desde niña pequeña, como adoro el terror. Ojo, los vampiros posta. Los peligrosos, los oscuros que no pueden ver el sol. Aunque me gustaba el conde patula… Pero nunca pude terminar de leer Crepúsculo.
Estás a la cabeza de una editorial independiente en Villa María. ¿Cómo llegaste a eso? ¿Cómo es trabajar en una editorial independiente? ¿Cuál es tu experiencia?
La culpa fue de Darío Falconi, mi socio, que quería tener una editorial diferente a El Mensú, publicando cosas buenas. No sé por qué se le cruzó hacerla conmigo, supongo que es porque no soy una persona ambiciosa desde lo monetario. O porque pensó que nos llevaríamos bien. Nos llevamos maravillosamente. El trabajo es muy lento, no puedo hacer todo lo que me gustaría y cuesta sacar energías después de laburar mucho. A veces se pone complicado el tema con los autores, pero la experiencia viene siendo linda.
¿Cuáles son los tópicos sobre los que te gusta escribir? ¿Cuáles son los que te gusta editar?
No puedo escribir otra cosa que no sea terror. En algún punto creo que me fascina tanto el tema del mal y el lado oscuro del alma humana, pero no desde el enajenamiento, sino desde esos demonios que todos llevamos dentro y tratamos de calmar. Mi literatura me sirve para calmar mis demonios. Me gustaría editar más terror, pero son pocos los autores del género. Sin embargo me alcanza con publicar obras en las que creo.
¿Cómo ves el panorama editorial, en cuanto a los géneros que trabajás? ¿Notaste algún cambio después del 2015 en éste ámbito?
En lo que se refiere a los géneros, la poesía es el más difícil de promover. Eso me entristece, porque me parece que es un género que no demanda tiempo, y te abre la mente. La gente piensa que la poesía es difícil, pero no es una ecuación matemática, no importa tanto lo que dice como lo que te dice. La novela se mueve muy bien, hemos publicado una sola, y los cuentos suelen tener un público muy variado.
Comparando con el 2015 ha sido todo mucho más difícil, todo relacionado a la economía. Nos ha costado más generar proyectos con otras editoriales, como ferias y ese tipo de cosas. Han cerrado espacios culturales que a los editores nos sirven para promover lo nuestro. La situación cultural es grave. Pero se van a producir obras magnificas que se publicarán luego, cuando la crisis afloje, si afloja (cada día estoy más pesimista).
Hay un resurgimiento en lo independiente a la hora de producir, editar y distribuir literatura que tranquilamente podría ser pulp. ¿Por qué pensás que se da este fenómeno? ¿Cómo lo ves a futuro? ¿A qué autores o editoriales les tenemos que prestar atención, en tu opinión?
Creo que el fenómeno tiene que ver con la revalorización de lo propio, de lo local, de lo provincial, de lo no hegemónico. No veo que en el futuro pueda haber muchas mejoras si no se encaran proyectos comunes y si no nos acompañamos unos a otros.
En cuanto a los autores, creo que hay que prestarle atención a dos Samanta Schewlin y Mariana Enriquez. También puedo incluir a Betina Gonzalez, pero no la he leído tanto. Me parece que es nuevo lo que hacen, que es diferente, que vale en verdad la pena, y que te rompe la cabeza.
Hace un tiempo, una colega fue discriminada por ser autora a la hora de escribir terror, dijeron que no existía tal cosa como el «terror de mujeres». ¿Alguna vez experimentaste algo así? ¿Qué colegas mujeres que trabajen el terror conocés?
Mis investigaciones me guiaron en una conclusión respecto a eso, así como la brujería es cosa de mujeres, el terror también lo es. Puedo dar un montón de elementos teóricos al respecto y hablar de cuestiones psicológicas aburridísimas que no dan. Pero para hacerla simple, te digo exactamente lo más directo: la mujer está mucho más cerca de lo sobrenatural que el hombre. Sólo los hombres con un contacto muy poderoso con su mundo femenino son capaces de concebir buen terror. Sino pensemos en las grandes del terror, ¿no son acaso mujeres? Hay muy pocos autores de terror que saben lo que hacen. De hecho te puedo dar un ejemplo del cine: la mejor obra de terror de los últimos tiempos la dirigió una mujer, El Babadook. La más original. El resto conecta con temores que ya no tenemos, pero las obras de mujeres nos conectan con nuestros terrores indisolubles. Me parece de una gran ignorancia decir que no hay terror de mujeres. Solo basta mirar las grandes obras de Mary Shelley, de Emily Brotë, de Alejandra Pizarnik.
¿Qué proyectos tenés (como editora y autora) a futuro?
Como editora estoy trabajando con Darío en una novela de un autor extranjero, del que no queremos dar nombre aún. Tenemos el proyecto de una colección de micro terror pero está detenido por motivos económicos y laborales. Como autora estoy a punto de publicar un libro de cuentos muy diferente a lo que fue Sangre, donde se manifiesta mucho el dolor y la oscuridad que atravesé cuando mi esposo me dejó y cómo encontré la salvación en la oscuridad. Un poco la idea de aceptar el mal como parte del mundo, de la vida, y del amor.
Por último, ¿Qué ves en el panorama autoral-editorial a futuro?
Veo que hay ganas, y que se hacen cosas buenas. Pero lo económico no nos permite mirar mucho más adelante en este momento. Lo que veo es que los editores estamos en la misma lucha y esto nos sirve para poder trabajar en equipo. Si sueño, nos veo en cooperativas o asociaciones civiles. Ojalá la crisis sirva de algo.
Escritor. Editor y corrector ocasional. Está involucrado con el mundillo editorial desde hace un par de años y se autoedita desde hace un buen tiempo. Dicta talleres de escritura creativa y colabora con artículos, reseñas y otras acumulaciones de palabras a diferentes revistas y blogs. Busca la paz (y a veces la encuentra) en la lectura, en la cocina y en la huerta.