En este momento estás viendo El Secreto del Monstruo, de Elesgaray y Dilo

El Secreto del Monstruo, de Elesgaray y Dilo

Vuelve el Hurón bibliotecario desde los estantes más horrorosos, hoy reseña El secreto del monstuo.

Sinopsis de El Secreto del Monstruo (Santa Guadaña, 2020)

Ariel Burruchaga tiene doce años y está a punto de descubrir que, mucho más cerca de lo que cree, se esconden secretos feroces… secretos que pueden hacerlo desaparecer para siempre.
Mientras está vendiendo rifas para un viaje de fin de curso, Ariel se encuentra con un lugar lleno de horror: la casa de Darío.
De repente, lo que parece una tranquila mañana de sábado se convierte en un calvario y Ariel recorre un camino de oscuridad y sangre, intentando escapar de ese lugar al que jamás debió haber entrado.
Al llegar la noche, se da cuenta de que el miedo duele y se mete profundo en los huesos.
Y, en la oscuridad de su encierro, encuentra una verdad repulsiva.
Descubre que quizá la muerte sea lo más parecido a la libertad.

el+secreto+del+monstruo dilo elesgaray

El Secreto del Monstruo: Un título peligroso

Para cualquier lector, el libro empieza en el estante de la librería, en la tapa que tenemos -o el destino nos pone- frente a la cara. Es la presentación con un desconocido en una habitación llena de gente. El diseño llama la atención, el autor nos trae (o no) alguna sensación o alguna memoria, y el título es el apretón de manos; firme o flojo, áspero o cuidado, amigable u obligado.

Con un título como El Secreto del Monstruo, uno se siente un poco desorientado, se pone en guardia. Si nos prometen desde la tapa un secreto y un monstruo no quedan, a primera vista, más que dos opciones; una serie de variables que girarán alrededor de un monstruo y un secreto –cosa que ya hemos visto y seguimos viendo on demand hasta la náusea-, o bien una serie de contorsiones ambiguas que, tratando de no mentir, se van por la tangente intentando pecar lo menos posible de honrar al Némesis de toda narrativa: La obviedad.

Quizá te interese: Che Guevara Zombie Killer: el placer de buenas matanzas

Queda una tercera opción: hacerlo bien. Esteban Dilo y Sebastián Elesgaray optaron por esto. El desconocido nos da un apretón de manos resbaloso pero firme, nos sonríe de forma indescifrable, y nos cautiva con una conversación que hace desaparecer a los demás invitados en la fiesta.

santa guadaña

Qué hacé, mostro

 Podríamos ahondar durante páginas y páginas sobre el monstruo como construcción psicológica, narrativa, psicosocial, ontológica y demás. Pero no. Para eso hay otros libros, y a nosotros nos interesa este.

Todos tenemos una idea acerca del monstruo. Ya sea una versión privada y personal, o alguna preferencia moldeada en Hollywood que nos lleva como una balsita de celuloide por el torrente sin matices del inconsciente colectivo de la década. En resumen: hacer un buen monstruo, crear un buen monstruo, no es fácil. Hay dos opciones y punto; el éxito rotundo o el fracaso estrepitoso. Y no es sólo la descripción del monstruo, sino el accionar del bicho. ¿Es inteligente o no? ¿Es despiadado, secretamente moral? Los autores saben y no vacilan. El monstruo es, debe ser, ajeno. Desconocido. Incomprensible. ¿Por qué? Porque sólo tememos lo que desconocemos. Algo que Hollywood ha decidido olvidar, y que la generación actual desconoce. Cientos de malas películas y series en donde el muchachito descubre, después de la obligada masacre de personajes secundarios, cómo la mutación provocada por rayos cósmicos convirtió a la planta de cilantro cultivada en la Estación Espacial Internacional en un simbionte asesino alérgico a las canciones de Shakira. Y salen en humvees forrados de parlantes haciendo sonar “Ojos Así” por las calles, provocando la muerte del cilantro asesino y de varios espectadores. ¿Y el miedo? Bien, gracias. El maniqueísmo vence, una vez más, a la belleza de una buena historia.

de la fosa

En El Secreto del Monstruo esto no pasa. Nada más lejos. Y no hay un monstruo, sino dos, y uno es peor que el otro, y ambos nos acosan y acosan al protagonista y sí, al fin, quieren salirse de la página.

Hacer un buen monstruo es cosa de detalles. Pequeños. Indivisibles del monstruo mismo. Originales. Y este monstruo es una obra maestra de la literatura en español.

No, no exagero. Los detalles. Búsquenlos, léanlos, saboréenlos.

¿Qué pretende usted de mí?

Tenemos un desconocido encantador y volátil, misterioso, con dos brazos, dos piernas… pero algo más. Y uno no puede parar de dar vuelta las páginas, intentando descubrir qué es. Si lo develamos, quedaremos a la vez saciados y desencantados. Si no, nos sentiremos estafados. Ahora bien, si la historia continúa en nuestras cabezas una vez terminado el epílogo, si persiste la sensación de que los personajes, la trama, ese universo entero simplemente se metieron bajo tierra y siguieron un curso paralelo al gran torrente del inconsciente colectivo, entonces habremos leído una gran historia.

El Secreto del Monstruo nos da eso. Una historia sencilla, de pocos escenarios, pocos personajes, donde se puede sentir el ronroneo del motor creativo acelerándose para dispararse al final, dejándonos entrever a través de los personajes unas bambalinas infinitas, llenas de posibilidades. Y, no menos importante, escenarios y personajes que hablan nuestro idioma, comparten nuestras costumbres y nuestra idiosincrasia. Sin forzar, sin aspirar a una épica que nos es ajena aunque la pantalla nos la haya hecho internalizar con fórceps. Desandar ese camino de fast food y volver al picadillo con galletas de agua es todo un desafío. Y hay que bancársela para subir al ring con sólo la fama del barrio y la confianza en las propias fuerzas.

Bien ahí por los autores. Bien ahí.

Después de eso nos dejan solos, encantados con ese extraño que nos sedujo, nos prometió mundos desconocidos y quizás no nos los entregó… pero, eso sí, nos dejó en el bolsillo un fragmento de hueso no humano, una prueba indiscutible de que todo era real, de que los monstruos existen aunque no los veamos.

Y en un buen libro, o en un buen monstruo, ése es el secreto.

Quizá te interese: Penumbria, un colegio entre las sombras


Sobre los autores

Sebastian Elesgaray

SEBASTIÁN ELESGARAY

Sebastián siempre tiene problemas para batir el café. La mayoría de las veces se pasa de agua y le queda una cosa aguachenta que le hace acordar a la sangre a medio coagular. Por eso toma mate cuando escribe.
Nació el 30 de julio de 1985 en Bragado, y fue un ávido lector de King y Poe durante su adolescencia. Después se estableció en La Plata para estudiar comunicación audiovisual y, en 2012, ingresa al taller del escritor Leo Batic.
Hasta ahora ha publicado Tierra de Nadie (Ediciones B, 2014), participó en la antología Chupacirios (Pelos de Punta, 2015) y de la novela colectiva Peste Rosa (Pelos de Punta, 2016). Sus últimos trabajos son la antología Trece Cuentos Inconexos (Textos Intrusos, 2017), la nouvelle Los días de Nicolás (La Otra Gemela, 2018) y la novela La Daga (De Nuevo Extremo, 2019).
Vive en La Plata y a la hora de escribir lo acompaña su gata Kima.

Esteban Di lorenzo

ESTEBAN DILO

Autor del libro “La muerte está ahí” (Textos Intrusos, 2017; Sello Fantasma, 2018) y “Penumbria” (De La Fosa, 2019). Muchos de sus cuentos fueron publicados en España, Colombia y México, así como en Argentina. La facultad platense de Bellas Artes eligió varios de sus cuentos, uno de los cuales se convirtió en cortometraje para la misma facultad. Ganó el 1er Concurso de Relatos de Cthulhu de Luna Arcana y obtuvo una mención especial en el concurso Edward Pickman Derby del evento Lovecraftiana.

Deja una respuesta