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Primera parte: Una criatura horrenda

En 1818, Mary Shelley, quien no necesita presentación, publica uno de los pilares fundamentales no solo del género de terror en general, sino de la literatura moderna tal como la conocemos: Frankenstein o el moderno Prometeo.

La importancia de esta novela radica en dos cuestiones fundamentales: Por un lado, la composición del antagonista, el monstruo sin nombre, o como lo catalogara Stephen King, “El horror sin nombre”, que representa el miedo a lo desconocido y de cómo este desconocido interactúa con el ser Humano. Recordemos que Frankenstein es el científico que le da vida a esta cosa indescifrable. Por lo que esto se conecta con otro punto importante de la modernidad naciente: La ciencia y sus implicancias. No solo como las formas de romper los límites tecnológicos científicos sino también los límites morales, hasta dónde podemos llegar y hasta dónde estamos dispuestos a hacernos cargos de nuestros actos en pos de la satisfacción de nuestras necesidades humanas con el uso de la ciencia.

Pero no es la única novela. Hacia fines de ese mismo siglo, aparece el Drácula de Bram Stoker y por la misma época El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde de Robert L. Stevenson; y antes de que estos dos vieran la luz, también había publicado Edgar Allan Poe, quien podríamos considerar el gran maestro de prácticamente todos los escritores de terror de todo los años venideros. En nuestra zona del mundo, encontramos también grandes exponentes de este género como Horacio Quiroga, Gabriel García Marquez, Julio Cortázar, Alberto Laiseca y el mismísimo Jorge Luis Borges[1].

Ya a mediados del siglo XX, la masificación progresiva del cine, y más tarde de la televisión, brindó un nuevo espacio de expresión para este género marginado. Producciones como “La noche de los muertos vivientes” de George A. Romero, “El Bebé de Rosemary” de Roman Polanski (basada en la novela Homónima de Ira Levin), el Exorcista de William Friedkin (basada en la novela de William Peter Blatty) comenzaron a poner en primera plana, nuevamente, el género de terror. Y esto sin mencionar películas de clase B o Z, que eran proyectadas en los cines de la época.

Esta lluvia de nombres y obras relevantes es para comenzar a intentar romper un mito que se ha hecho carne, hueso y uña en las últimas décadas, que no es una creencia original ni nueva pero que se mantiene hasta este 2019: La literatura de terror no es literatura. O lo que es peor, es para niños, gente poco inteligente, raritos con serios trastornos psiquiátricos o se trata de un “Género de monstruitos” que no aporta nada al campo de la literatura en general.

Este artículo es una introducción a un género que ha realizado aportes muy importantes al campo de la cultura, pero que sin embargo parecen invisibles a muchos ojos o tergiversados a los ojos de otros.

Comencemos con una cronología general para poder ubicarnos en el tiempo. Está basada en las obras de mayor impacto y difusión en cada una de sus épocas, obviando obras menores en este análisis, las cuales dejaré para otro momento.

Primer período -Siglo XIX hasta 1939- Edad de oro

El trabajo que inaugura ésta época, es sin duda Frankenstein o el Moderno Prometeo de Mary Shelley. Existen dos obras importantes aparte de esta, publicadas durante la misma época, como es “Manuscrito encontrado en Zaragoza” de Jan Potocki  y el Castillo de Otranto de Horance Walpole (este último considerado el texto inaugural de la literatura de terror gótico) Pero con el correr de los años, es claro que el monstruo de Shelley, esa “Horrenda criatura” que ella quería que salga al mundo y prospere, es la obra que marca un época como fuera antes la Divina Comedia.

Mary Shelley

Este trabajo de Shelley cobra importancia también en el sentido que demuestra la amplitud del género de terror en general. Sí, tenemos un monstruo que mata gente, un horror sin nombre hasta desde el título mismo, pero es algo más que solo eso. La idea principal también es ¿El ser humano puede jugar a ser Dios? Es decir, Victor Frankenstein es un científico que cree que es posible dar vida. Pero no  lo hace de forma mágica recurriendo a rituales olvidados. Sino que utiliza la ciencia para llevar a cabo su cometido. Históricamente estamos en el comienzo de la era industrial inglesa. Pero para llegar a este punto, era necesario un cúmulo de conocimientos necesarios para poder llevar a cabo el objetivo. Los avances tecnológicos son impresionantes, los descubrimientos científicos no harían más que empezar.

Entonces Shelley en su literatura toma coraje y se adentra más allá de los límites de su mundo y hace que su personaje cree vida donde esta se había apagado, donde no era posible que exista. En una época en la que una enfermedad actualmente curable podía de hecho matarte, Shellley se adentra para intentar ver hasta qué punto podríamos llegar. Entonces también podemos considerar que el libro no es solo terror gótico, sino también que también tiene sus implicancias de ciencia ficción.

Como vemos existe un abanico enorme de temas tratados aquí, desde la moral y capacidad científica, la religión y las formas sociales que nos llevan a ser monstruos, como le pasó a aquella criatura incomprendida, llena de rechazo de la sociedad, que se llena de odio al no comprender el por qué está en ese mundo y su creador no está interesado en explicarle.

Edgar Allan Poe

Hacia fines de este siglo encontramos a tres autores más que son importantes para la literatura universal: Edgar Allan Poe, Robert L. Stevenson y Bram Stoker. Cada uno continuará con los horrores a su manera, en su espacio y tiempo. Por ejemplo, Stevenson con su Doctor Jekkyl y Hyde, inaugura la tradición del hombre que se convierte en bestia y Stoker crea aquel vampiro basado en una bestia que existió realmente, el príncipe conocido como Vlad el Empalador, y como una crítica hacia las costumbres de los grandes señores de clase alta de su época.

Pero sin dudas el más importante de esta última fase, es Edgar Allan Poe. Sus escritos y su muerte temprana lo han convertido en una leyenda que hace resonar sus pasos hasta la actualidad. Obras como “El cuervo”, “El Extraño caso del señor Waldemar”, “La máscara de la muerte roja” y “El corazón delator” son clases de literatura en sí misma. Poe aportará algo que quedará no solo en este género, sino en general como herramienta básica para todo escritor: jugar con la psicología

H.P. Lovecraft

del lector. Es un maestro del terror psicológico. Cabe destacar que Poe será Gran Maestro para todas las generaciones de escritores que vendrían después, sin importar a qué género se dedicaran.

El que cierra este período es H. P. Lovecraft, quien siendo influenciado por la fuerte corriente de ciencia ficción de sus años, inaugura el Horror Cósmico e introduce elementos de fantasía, como la mitología, seres ancestrales y demás, ampliando aún más los horizontes. Los horrores de Lovecraft son recordados como los perfectos híbridos entre terror, ciencia ficción y fantasía épica.

 

Segundo período -1940 hasta 1979 -Edad de plata

Richard Matheson

A este período también lo podríamos llamar la “Era de los grandes discípulos”. Es un período más experimental, que quizá se abre con los escritos de Lovecraft pero son continuados en esta época de la mano de escritores como Robert Bloch y Fritz Leiber. Aunque también existen escritores como Bradbury o Matheson que incursionaron en este género, lo más importante que debemos tener acá es el comienzo de las adaptaciones a cine. Aquí se consolida verdaderamente el género en forma masiva. Si bien esto se concretaría recién a fines de esta época, comienza verse que las adaptaciones de La semilla de Diablo de Ira Levin y El Exorcista de William Peter Blatty son un éxito rotundo, convertidas en joyas de culto que contienen su importancia hasta los días de hoy. Agrego aquí, la importancia de la película de George A. Romero “La noche de los muertos vivientes” salida en el 67, con un remake en el 91 y a la cual no se le otorga la importancia que merece, ya que esta película crearía y dejaría asentada la base para el mito zombie y su arquetipo actual. Series como The Walking Dead o Z Nation, no existirían como tales sin Romero y sus Zombies.

Antes de este momento, el género no contaba con expresiones fuertes más allá de la etapa fundacional y las personas que consumían estas historias debían leerlas en secreto o conformarse con películas de dudosa calidad, transmitidas en el cine.

Stephen King

Cerramos esta etapa con Carrie de Stephen King, cuyo libro y adaptación terminan de consolidar al género pero no logran sacarle del todo los viejos estigmas.

Aunque no es tan relevante para esta época, quizás si para las siguientes, quiero mencionar aquí mi película de terror favorita: The Thing de John Carpenter basada en la novela “¿Quién anda ahí?” de John W. Campell Jr. Ignorada en su época, convertida en clásico de culto en la actualidad, es innegable que esta producción de Carpenter contiene todos los elementos que debe tener una película de terror: Miedo, paranoia, aislamiento, peligro de muerte real y hasta ciencia ficción.

 

[1] Stephen King dedicará “Danza Macabra”, un estudio profundo del género de terror, a escritores de lo macabro que aún estaban vivos para 1982; entre los cuales figura Jorge Luis Borges.





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